Esta es la historia de un muchacho que se llama Pedro, él vivía en un barrio donde de repente empezaron a salir por todas las noticias un montón de alertas que venía una tormenta grandísima con inundaciones y muchísimas cosas, algo en realidad para preocuparse.
Entonces este muchacho se puso a rezar y a pedirle a Dios que todo saliera bien, en esas tocaron a la puerta, entraron unos vecinos y le dijeron “Pedro, mire nosotros nos vamos para otra parte porque esto aquí va a ser terrible, no queremos que nada le pase a nuestra familia ¿Por qué no viene con nosotros?” y él les contesto “no yo estoy acá de la mano del señor, estoy confiando en que Dios me va a ayudar y que nada va a pasar, no se preocupen sigan ustedes” él se quedó y como en las noticias decían, la tormenta empezó.
Empezó a llover y a llover y a llover y paso de todo, pasaron las horas y se empezó a inundar todo, el agua empezó a subir y a subir, el agua ya media más de un metro, luego ya casi dos metros.
Pedro estaba montado en muebles, estaba tratando de mirar que pasaba y rezando. De un momento a otro pasa la guardia costera en un bote por ese barrio y le dice “señor, venga que nosotros lo sacamos de acá, queremos ayudarlo” y él les responde “no, no tranquilo yo estoy aquí orando al señor porque esto va a parar, porque aquí a todos nos va a ir bien, porque nada va a pasar, Dios me va a salvar”
No lo pudieron convencer y había mucha más gente que salvar y las personas de la guardia costera se fueron a buscar a más gente.
La situación se puso peor, seguía lloviendo y lloviendo y lloviendo y se inundó tanto que a Pedro le toco subirse al techo.
Estando en el techo seguía orando y de un momento a otro pasa un helicóptero y ellos le dicen “señor, señor súbase a la escalera que lo vamos a llevar” y Pedro les responde “no, no tranquilos yo estoy aquí rezando ¡Dios sálvame! todo va a salir bien, esto va a pasar y yo confió en que Dios siempre me va a salvar”
El helicóptero obviamente también tenía otras personas que salvar y se fue.
Siguió lloviendo y lloviendo, se tapó la casa con el agua.
El agua se llevó a este señor y este señor falleció en esta corriente de agua, en esa tormenta tan alarmante.
Como él era un señor bueno de un alma pura llego allá arriba al cielo, paso al lado de San Pedro y él iba un poquito bravo, iba disgustado.
Llego hasta donde estaba Dios y tristemente le dijo “pero ¿Dios que paso? Yo siempre he sido una persona buena, yo siempre he hecho lo que usted ha querido, yo siempre le he ayudado a los demás y yo estuve esperando que usted me salvara, que usted me ayudara, estuve esperando que quitara esa inundación, que parara esa tormenta ¿Qué paso?”
Y Dios simplemente le dice “hijo te mande a tus vecinos a que te sacaran, te mande un bote con la guardia costera para que te recogiera, después te mande un helicóptero para que te sacaran del techo cuando casi no podías estar fuera del agua ¡Y no tomaste ninguna ayuda!”
Moraleja: Oportunidades hay muchas, se te están presentando todos los días, lo que pasa es que mucha veces tú no las tomas.
Pon un poquito de acción, mira a tu alrededor e identifica realmente las cosas que están para ayudarte, porque ahí están, no esperes a que pasen milagrosamente porque Dios te las está poniendo encima y en frente tuyo.
Espero que esta historia haya dejado una huella en tu vida. Con cariño Guillermo Zuluaga.